La procreación es útil para la prosperidad temporal del Estado, pero las divinidades que la presiden y que exigen la fecundidad exigen sacrificios y precisamente representaciones: a través de éstas revelan que no son solamente identificables con la procreación, sino que, en cuanto que son su principio, presuponen la existencia, que por ser eterna es inagotable; eterna por carecer de meta, y por tanto inútil.
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