Pedro lleva una vida acomodada y tranquila. Trabaja en un banco y su madre es su única familia. Cada día transcurre igual hasta que recibe una invitación para una cena con antiguos compañeros de instituto. A partir de aquí su monótona y cómoda vida comenzará un camino inevitable. Pedro descubrirá lo poco que cuesta adentrarse en los senderos de la locura.
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